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Tuesday, January 17, 2006

Bachelet y los cambios que trae el "poder femenino" a Chile

"Hay que sujetarse los pantalones, porque viene dura", advierte, en tono alegre, la escritora Pía Barros, mientras Pablo Huneuus anticipa que no es "ni la revolución, ni la gran transformación".

Por Claudio Cuevas ccuevas@cooperativa.cl

Un país trabajólico, ejecutivo, con las mujeres demostrando sus capacidades y sin descalificaciones. Así se imaginan la escritora Pía Barros y el sociólogo Pablo Huneeus a Chile con el arribo del "poder femenino" a La Moneda.

La llegada de una mujer al poder es como "una bajada de bandera, un comienzo de la carrera" en búsqueda del respeto y el reconocimiento que "les toca", según Pía Barros, y que conlleva, medio en broma, medio en serio, que los hombres asuman que "hay que sujetarse los pantalones, porque viene dura".

Pía Barros sostiene que viene una serie de cambios como el fin de la "descalificación constante" por el hecho de ser mujeres, ya que un insulto, una falta de respeto, un acoso, no podrá ser recibido como algo natural. Ya hay un "ojo más crítico" a estas posturas, lo que se reafirmará en un gobierno femenino.

Son cambios que tienen que ver con el cotidiano y que ya se pueden ver en la calle. "Ya no es normal que una niñita ande con mini en la calle que un tipo se crea con derecho a tirarle un agarrón. Hoy en día son cada vez menos posibles los agarrones en la calle. Porque además, esa niñita no se queda callada, le devuelve un puñete o una patada en las bolas".

Esto, de acuerdo a Barros, significará un paso más en el avance que actualmente tiene el país, que ha sufrido "un maquillaje económico" a pesar de que sigue siendo "tremendamente feudal en comportamiento cívico".

Este cambio amenaza con ser severo y notorio, en palabras de Barros. Sin embargo, para Huneeus depende de las mujeres en general y no sólo de que la ex ministra ahora ocupe el sillón presidencial. Son cambios muy profundos para los cuales hay resistencias muy marcadas, afirma Huneeus, recordando que "queda mucho por avanzar en igualdad" y que los cuatro años de Bachelet en La Moneda son "muy poco".

Uno de los gestos más decidores del entusiasmo femenino tras el triunfo de la Concertación el domingo 15 de enero fueron las decenas o cientos de mujeres que salieron a las calles bandas presidenciales cruzadas en el pecho.

¿Qué cambia para llegar a eso? Las mujeres comienzan a "apropiarse" del país, advierte Barros. "Hasta ahora los símbolos patrios en general son claramente relacionados a la imagen masculina", explica la escritora. Y utilizar la banda presidencial al mismo tiempo que se tiene al hijo en brazos "es también apropiarse de un país y apropiarse desde la alegría". Es reconocer la irreverencia como una forma de vida, apunta Barros.

Huneeus cree que esto es sólo "cosmético", un asunto menor como la discusión de "si se dice presidenta o presidente y una serie de leseras", dejando de lado el tema principal, que es conseguir la igualdad.

La forma de gobernar y el fin de las "gordis" Arriba

Donde sí será más notorio el cambio será en La Moneda y los centros de poder político. El cambio vendrá primero en el lenguaje, que comenzará a ser cuidadoso, en especial con el trato a la nueva Mandataria.

Episodios como el que involucró al ministro de Hacienda de Lagos, Nicolás Eyzaguirre, y la entonces candidata de la Concertación, donde la familiaridad se hizo evidente hasta lo incorrecto, no se repetirán, de acuerdo a la autora de "Amigas en Bach". "Va tener que haber ministros que cuiden su lenguaje. Que no le digan 'gordi' a alguien por muy amigos que sean".

Y el accionar del gobierno será distinto. El deseo de hacerlo bien desde el primer minuto, bajo la mirada escrutadora de una sociedad chilena y más aún, del mundo político, reconocidamente machistas, será fundamental para demostrar que una nueva forma de Gobierno, "que no tienen que ver con el autoritarismo y con el hablar fuerte, sino con modos tremendamente participativos y que tienen que ver con la ciudadanía", de acuerdo a Pía Barros.

Pero la participación no significaría hacer menos. Al menos así lo cree Huneeus, que espera ver la forma de "administrar" característica de las mujeres. Aún en el sillón presidencial, Bachelet representa a la mujer que está en el puesto de la feria, la que maneja la cocina, "la doctora que realmente te ve y te sana".

Esto se traducirá en un Gobierno trabajólico y ejecutivo, porque "en Chile, para cualquier situación (...) nada se soluciona mientras no encuentres a la mujer que corta el queque".

Huneuus, de cualquier forma, intenta poner freno al entusiasmo: "No es el mesías, no es la redención, ni la revolución, ni la gran transformación. Es una administración. Y llevada por quien ha demostrado ser hasta ahora una buena administradora. Y eso es lo que uno quiere, uno quiere que el gobierno a uno lo deje en paz, y ojalá le rebaje el IVA a los libros".

¿Sobrevivirán los cambios?. Para Huneeus, son parte de un proceso largo, así que no se darán en los cuatro años del gobierno de la Concertación. Para Barros, lo que suceda es definitivo: "Esos cambios culturales no son renunciables, salvo en dictadura, porque se rompe todo". (Cooperativa.cl)
Martes 17 de enero de 2006

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